jueves, 21 de abril de 2011

Obra


Narrativa

Mario Vargas Llosa ha sido definido como el más completo narrador de su generación y una figura destacada de la literatura hispanoamericana.Representante ideal del espíritu literario del Boom Latinoamericano, pues nació literariamente con él y ayudó a definirlo y a identificarlo con una nueva generación de escritores,su obra narrativa se caracteriza por la importancia de la experimentación técnica, aspecto por el que es valorado como un maestro de la composición novelística y en el que se ha desempeñado como un notable innovador de posibilidades narrativas y estilísticas.



Desde el punto de vista temático, sus novelas tratan del contraste  entre lo histórico y lo estructural, como así lo expresa el título de varias de sus novelas (La ciudad y los perros, La casa verde, Conversación en la catedral), en las que la presencia de estructuras demuestra el interés casi obsesivo que el autor tiene por éstas. Asimismo, en cuanto a los tonos, su obra presenta las características más variadas, desde el humor y la comicidad hasta la caída trágica.


Por otra parte, el hecho de que el grueso de su producción literaria la haya realizado desde el extranjero, explica el tranquilo retroceso  que domina buena parte de la misma, así como la reconstrucción constante que hace de vivencias íntimas o colectivas del Perú como base de su ficción, salvo algunas excepciones como La guerra del fin mundo y algunas de sus últimas novelas.


En cuanto a sus modelos literarios hay que citar, por un lado, a la novela de caballerías Tirant lo Blanc, de Joanot Martorell, y a Cien años de soledad, de García Márquez, ambas como ideales del concepto de novela total (la que funde lo real con lo irracional y el mito); por otro, son imprescindibles para Vargas Llosa dos escritores en especial: Flaubert, como modelo de la literatura como vocación, de la utilización de la realidad como pozo sin fondo para encontrar contenidos y temas (la mediocridad del ser humano, la violencia y el sexo), como modelo, también, de la importancia de una estructura narrativa rigurosa y de un narrador impasible ante los hechos narrados, etc.; y Faulkner, tanto en lo que respecta a temas y ambientes, como a rasgos formales, especialmente, el multiperspectivismo, los saltos en el tiempo, el uso de varios narradores en vez del omnisciente, la retención de información, el uso de historias paralelas, etc.


Por su parte, el propio Vargas Llosa ha ejercido una importante influencia en escritores posteriores, especialmente, por ejemplo, en los autores peruanos Luis Urteaga Cabrera y Jorge Eduardo Benavides.




Trayectoria narrativa

Los inicios literarios de Vargas Llosa fueron el estreno en Piura, cuando tenía 16 años, de una obra de teatro, hoy probablemente perdida, titulada la La huida del Inca, y algunos cuentos publicado en Lima en diversos medios.

En Lima, la presencia literaria dominante era la de los narradores de la llamada generación del 50. Aunque finalmente se distanciaría de ellos, el grupo estimuló su vocación literaria con su visión realista de la sociedad peruana, especialmente la de Lima. 

Con ellos, aprendió a cultivar el realismo urbano, de clara intención social y testimonial, a veces inspirado en la escuela narrativa norteamericana, el neorrealismo literario y cinematográfico italiano y las ideas del «compromiso» desarrolladas por Sartre. Estos influjos son visibles en los cuentos juveniles de Vargas Llosa y aun en sus primeras novelas.



Luego, la ruptura con los criterios estéticos de esa generación se produce sobre todo en el plano técnico y en la resistencia de Vargas Llosa a defender en sus obras tesis o propuestas ideológicas de determinado signo. Así, la novedad básica que introduce con sus obras es

la ruptura del modelo de representación naturalista y del esquema intelectual algo simplista en el que se apoyaba el documentalismo de ese grupo. La misma evolución de las novelas del autor demostraría su rápida independencia estética, estimulada por su experiencia europea y el descubrimiento de otras formas y propuestas.

La crítica tiende a distribuir su obra narrativa en tres grupos:

En un primer grupo estarían sus obras iniciales: Los jefes, Los cachorros, La ciudad y los perros, La casa verde y Conversación en la catedral. Aunque se trata de narraciones muy diversas en intención, asunto y formas (y, de hecho, cada obra constituye una intensificación de la complejidad técnica y de contenido respecto de la anterior), presentan una incuestionable unidad en cuanto a la complejidad del proyecto y a la visión narrativa que proponen.

A partir de 1973, con la publicación de Pantaleón y las visitadoras, Vargas Llosa inicia una fase marcada por una actitud cuestionadora tanto de los grandes problemas de la sociedad latinoamericana moderna (en especial, los referidos a Perú, en un momento crítico de su historia), como las del arte narrativo con el que intenta representarlas. Así, y de una forma evidente, se aprecia una moderación de su afán totalizante y una tendencia a la plasmación de historias generalmente menos complejas y dentro de unos márgenes más restringidos, aunque sin prescindir de recursos técnicos esenciales para él como el efecto de contraste que permite el desarrollo paralelo de dos o más historias. Con todo, publica en esta fase una obra, La guerra del fin del mundo, que constituye no solo una excepción a estos rasgos generales de la misma (es la obra de mayor ambición y trascendencia del período), sino la primera incursión de Vargas Llosa fuera de la realidad física o histórica de su país.



Desde finales de los setenta, además, su reflexión como narrador aborda especialmente la relación entre lo real y su trasposición literaria, esto es, la, así llamada por él, «verdad de las mentiras», o la constatación de que la palabra crea un mundo propio que se parece a la realidad externa, pero que tiene sus propias reglas y «verdades».


En consecuencia, todos estos rasgos se manifiestan de una u otra manera, en otros dos grupos de obras:

Por un lado, en una serie de novelas de tema político, como La guerra del fin del mundo, Historia de Mayta, Lituma en los Andes, La fiesta del ChivoL, etc.;
Por otro, en una serie que empieza con Pantaleón y las visitadoras, y en la que aborda tanto temas centrados en la reelaboración de experiencias más privadas (La tía Julia y el escribidor...) o de modelos clásicos de novela policiaca (¿Quién mató a Palomino Molero?...) o erótica (Elogio de la madrastra...).




Obras

Su primer libro publicado fue una colección de cuentos titulada Los Jefes (encabezada por el relato del mismo nombre), que obtuvo el premio Leopoldo Alas  en 1959.


Su primera novela, La ciudad y los perros, fue publicada en 1963. La obra se desarrolla en medio de una comunidad de cadetes en una escuela militar en Lima y la trama está basada en las propias experiencias del autor en el Colegio Militar Leoncio Prado de Lima. Esta prematura obra adquirió la atención general del público así como un éxito inmediato. Su vitalidad y hábil uso de técnicas literarias sofisticadas impresionó de inmediato a los críticos, y ganó así el Premio de la Crítica Española.


En 1966 publicó su segunda novela, La casa verde, acerca de una casa-burdel del mismo nombre cuya presencia en Piura afecta las vidas de los personajes. La trama se centra en Bonifacia, una chica de origen aguaruna que es expulsada de un convento para transformarse luego en «la selvática», la prostituta más conocida de «La casa verde». La novela obtuvo de inmediato una entusiasta recepción por parte de la crítica, que confirmaba a Vargas Llosa como una importante figura de la narrativa latinoamericana.


La tercera novela de Vargas Llosa, Conversación en La Catedral, fue publicada en 1969, a la edad de 33 años. En 1971, Vargas Llosa publicó García Márquez: historia de un deicidio, que había sido su tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid. Dicha tesis fue posteriormente publicada como un libro. Después de la publicación de la monumental obra Conversación en La Catedral, la producción de Vargas Llosa se distanció de los temas de mayor seriedad, como son la política y los problemas sociales. El especialista en literatura latinoamericana, Raymond L. Williams, describe esta fase de su carrera literaria como «el descubrimiento del humor». Su primer intento de escribir una novela satírica fue Pantaleón y las visitadoras, obra publicada en 1973.



En 1977, Vargas Llosa publicó La tía Julia y el escribidor, basado en parte en el matrimonio con su primera esposa, Julia Urquidi, a quien dedicó la novela. En 1981, publicó su cuarta novela más importante, La guerra del fin del mundo, la cual fue su primer intento de una novela histórica.Esta obra inició un cambio radical en el estilo de Vargas Llosa hacia temas como el mesianismo y la conducta irracional humana. Esta novela tiene lugar en las profundidades del sertao brasileño del siglo XIX y se basa en hechos auténticos de la historia del Brasil: la revuelta antirrepublicana de masas milenaristas sebastianistas guiadas por el taumaturgo iluminado Antonio Conselheiro en el pueblo de Canudos.


Tras un período de intensa actividad política, Vargas Llosa volvió a ocuparse en la literatura con su libro autobiográfico El pez en el agua  en 1993, Los cuadernos de don Rigoberto  en 1997, y El paraíso en la otra esquina  en 2003. Otro trabajo destacable es un ensayo que resume el curso que dictó en la Universidad de Oxford sobre la novela Los Miserables de Victor Hugo.
 La novela La Fiesta del Chivo  en 2000 fue llevada al cine de la mano de su primo Luis Llosa en la película homónima. 
 también en  mayo de 2006, presentó su novelaTravesuras de la niña mala.


El 3 de noviembre de 2010, la editorial Alfaguara publicó El sueño del celta, última novela de Vargas Llosa sobre la vida de Roger Casement, cónsul británico en el Congo Belga y en Perú, que entre 1903 y 1911 se dedicó a investigar y a denunciar las atrocidades (explotación salvaje, torturas y genocidio), del régimen de Leopoldo II en el país africano en el Congo y de la compañía C. Arana y de la británica Peruvian Rubber Companyen en la remota selva del Putumayo peruano.

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