domingo, 27 de febrero de 2011

Viaje a Nueva York


García Lorca partió en 1929 para impartir una serie de conferencias en Cuba y Nueva York. El ambiente previo a su partida fue de un gran preocupación para el poeta: había roto su relación con el escultor Emilio Aladrén, a la vez que se evidenció su distanciamiento con Salvador Dalí, quien en 1929 realizó junto a Luis Buñuel la película surrealista Un perro andaluz, clara alusión al autor granadino. Lorca recibió en enero de 1929 una invitación para dar una serie de conferencias en Cuba y en diversas universidades norteamericanas, justo en un momento de cierta penuria económica –al parecer sus padres le habían reprochado el hecho de que no se ganara bien la vida–. Federico escribió a sus padres: 


“Yo no quiero de ninguna manera que estéis indignados conmigo. Esto me apena. Yo no tengo culpa de muchas cosas mías. La culpa es de la vida y de las luchas, crisis y conflictos de orden moral que yo tengo”. 

En estas palabras se muestra inusualmente sincero y consciente de sus sentimientos, a la vez que reflejan un claro pesimismo frente a su situación vital. Asimismo, Lorca se sentía agobiado por la situación política, manteniendo una postura cada vez más crítica con la dictadura de Primo de Rivera: a mediados de 1929 firmó junto a veinticuatro jóvenes escritores un manifiesto expresando su malestar por la situación del país, y pidiendo un cambio de rumbo. Todos estos factores propiciaron un estado anímico propenso a la depresión en el poeta andaluz, hecho que no pasó desapercibido para su familia: su padre, Federico García Rodríguez, le comentó en febrero de 1929 que le sentaría bien un cambio de aires. 

Fernándo de los Ríos
En el viaje al nuevo continente acompañó a Lorca el político socialista Fernando de los Ríos, 
que daría una conferencia en la Universidad de Columbia, así como su sobrina Rita María Troyano de los Ríos, que iba a dar clases de español en una escuela de Herefordshire. 

El 10 de junio de 1929 partieron en tren hacia París, donde hicieron escala de un día, aprovechando para visitar el Louvre. 

Viajaron en barco de Calais a Dover, alojándose posteriormente en Londres dos días. Después de dejar a Rita en Hereford, visitaron Oxford, para embarcarse finalmente en el RMS Olympic –gemelo del Titanic–, que partió de Southampton el 19 de junio de 1929 rumbo a América. Antes de partir Lorca escribió a su amigo Carlos Morla Lynch que se sentía deprimido y «lleno de añoranzas», y que se arrepentía de haber hecho el viaje. 


Lorca llegó a Nueva York el 25 de junio de 1929. En la ciudad de los rascacielos encontró un nutrido grupo de intelectuales españoles que residían allí: Federico de Onís, profesor de español en la Universidad de Columbia y director de la revista Estudios Hispánicos; Ángel del Río, profesor de literatura española en la misma universidad; León Felipe, profesor de laUniversidad de Cornell; y el pintor Gabriel García Maroto. 

Féderico de Onís
Fue a peticiones de Federico de Onís 
que Lorca se instaló en la residencia estudiantil Furnald Hall (para lo que tuvo que matricularse en un curso de inglés para extranjeros). 


Su primera impresión fue favorable, mostrándose entusiasmado ante el prodigioso espectáculo neoyorquino, sus rascacielos, su vida bulliciosa, las avenidas de Manhattan, las luces de Broadway. Lorca asistió constantemente a sus clases de inglés, aunque no logró muchos avances, logrando apenas un dominio mínimo del idioma. Se interesó más en conocer la ciudad y hacer vida social, asistiendo a numerosos eventos y espectáculos con sus amigos y conocidos. 
Pasaba la mayor parte del tiempo en el Spanish Institute de la Universidad de Columbia, donde se impartían conferencias y se celebraban veladas literarias y musicales, y donde se sentía más cercano a su añorado país. 


Universidad de Columbia.
Al cabo de unas semanas Lorca visitó Harlem (donde junto a sus amigos frecuentaban el club de jazz Small’s Paradise), tomando contacto con la realidad de las minorías étnicas norteamericanas y viendo el lado oscuro, amargo, de la sociedad estadounidense. 

Gran simpatizante de las minorías sociales (gitanos, negros, judíos), y de las gentes oprimidas y excluidas de la sociedad del bienestar, Lorca se erigió en portavoz de los humildes, los desfavorecidos, a los que reivindicaba a través de sus poemas, que denunciaban una situación de dominación del hombre por el hombre. Comenzó así a ver el aspecto negativo de la metrópolis americana, su deshumanización, su excesiva mecanización, su frialdad, su materialismo, todo lo contrario a la actitud vital y natural que siempre había sentido el poeta. 

También cabe remarcar que Lorca llegó a los Estados Unidos poco antes de producirse el crack de 1929, que sumergió al país en un ambiente de crisis económica y de miseria social. En unas declaraciones a Luis Méndez Domínguez en 1933 expresó así su impresión de la ciudad: 

“Impresionante por frío y cruel... Espectáculo de suicidas, de gentes histéricas y grupos desmayados. Espectáculo terrible, pero sin grandeza. Nadie puede darse idea de la soledad que siente allí un español, y más todavía un hombre del sur. 

Con todas estas impresiones, García Lorca inició la redacción de Poeta en Nueva York, en el que reflejó de forma intimista su estado anímico, su melancolía, sus pulsiones sexuales, la amargura de los amores perdidos, la añoranza de la infancia pasada y de los recuerdos olvidados. Lo hizo con un estilo surrealista, con influencia de Walt Whitman y T. S. Eliot. 

En una carta a sus padres describió así el origen del poemario neoyorquino: 

“Escribo un libro de poemas de interpretación de Nueva York que produce enorme impresión a estos amigos por su fuerza. Yo creo que todo lo mío resulta pálido al lado de estas cosas que son en cierta manera sinfónicas como el ruido y la complejidad neoyorkina”. 

Lorca finalizó su curso de inglés el 16 de agosto de 1929, si bien no se presentó a los exámenes. Partió entonces hacia una estancia en el estado de Vermont, invitado por su amigo Philip Cummings, joven poeta estadounidense que había pasado una temporada en Granada, donde conoció a Federico. Allí pasó una temporada gozando de la naturaleza montañosa de Vermont, de sus bosques y lagos. Cummings había alquilado una cabaña a orillas del lago Eden, donde realizaban largos paseos y donde acometieron la traducción al inglés de Canciones, el libro de poemas que Federico realizó en 1927. Sin embargo, el primitivo otoño y la frecuente lluvia provocaron de nuevo en el poeta un estado de ánimo melancólico. Así, el 29 de agosto volvió a Nueva York, para partir de inmediato a una estancia de veinte días con Ángel del Río y su esposa Amelia en una cabaña en Bushnellsville, cerca de Shandaken. Por último, el 18 de septiembre viajó a Newburg, localidad donde tenía una casa de campo Federico de Onís, con quien pasó unos días más. 

El 21 de septiembre de 1929 regresó a Nueva York, instalándose en la residencia John Jay Hall, perteneciente igualmente al campus de Columbia. Continuaba estando deprimido, hecho que se demuestra en un comentario a Rafael Martínez Nadal al enviarle su poema Infancia y muerte, del 7 de octubre: «para que te des cuenta de mi estado de ánimo». Coincidió entonces con el crack de la bolsa, siendo testigo de numerosas escenas de pánico e histeria en Wall Street, presenciando al parecer incluso un suicidio, y reforzándose desde entonces su anticapitalismo. 

En Nueva York, además del poemario inspirado por la ciudad, Lorca escribió un guión de cine (Viaje a la luna), que habría sido de estilo surrealista, oponiéndose a Un perro andaluz de Buñuel y Dalí, siendo la historia de un amor imposible y la luna un símbolo de la muerte. 

Pasada la Navidad, abandonó John Jay Hall y se instaló en la residencia International House. 

El 21 de enero de 1930 dio su primera conferencia en el Vassar College, dando una charla sobre las canciones de cuna que había dado anteriormente en 1928 en la Residencia de Estudiantes de Madrid. 

En vísperas de su marcha a Cuba, el 10 de febrero, Lorca recibió un homenaje en el Spanish Institute, donde dio su conferencia Imaginación, inspiración, evasión, hablando de la poesía en términos cercanos al surrealismo, como ‘fenómeno poético puro’: «ya no hay términos, ya no hay límites, ya no hay leyes explicables. ¡Admirable libertad!». 

García Lorca abandonó Nueva York el 4 de marzo de 1930, viajando en tren por la costa este norteamericana hasta Miami, donde se embarcó hacia Cuba, invitado para dar una serie de conferencias por la Institución Hispano-Cubana de Cultura, que dirigía el sociólogo Fernando Ortiz. 

En el país caribeño pasó Lorca tres meses, siendo sin duda para el poeta andaluz una estancia más agradable que en la ciudad de los rascacielos, tanto por el clima como por el idioma y el carácter de la gente. Escribió a sus padres: 

“Pero Habana es una maravilla, tanto la vieja como la moderna. Es una mezcla de Málaga y Cádiz, pero mucho más animada y relajada por el trópico. El ritmo de la ciudad es acariciador, suave, sensualísimo, y lleno de un encanto que es absolutamente español, mejor dicho, andaluz”. 

Alojado en el Hotel La Unión, Lorca vivió una estancia más despreocupada y libre que en Nueva York o incluso en España, mostrando con más libertad su condición de homosexual. 

En Cuba se sentía gran admiración por Lorca, cuyo Romancero gitano había cosechado un gran éxito. El poeta dio cinco conferencias en el Teatro Principal de la Comedia de La Habana: La mecánica de la poesía el 9 de marzo; Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos. Un poeta gongorino del siglo XVII (sobre Pedro Soto de Rojas, el 12 de marzo); Canciones de cuna españolas el 16 de marzo; La imagen poética en don Luis de Góngora el 19 de marzo; y La arquitectura del cante jondo 6 de abril. 

Las conferencias fueron un gran éxito, y Lorca ganó por primera vez en su vida una importante suma de dinero. 

Santiago de Cuba.
A finales de abril de 1930 pasó unos días en Santiago de Cuba, repitiendo su conferencia La mecánica de la poesía en la Escuela Normal para Maestros. Allí escribió su único poema durante su estancia en la isla, Son de negros en Cuba, incorporado a Poeta en Nueva York. Asimismo, en Cuba escribió Lorca su obra de teatro El público, donde pretendía romper las barreras entre escenario y realidad, entre actores y espectadores, y que por su tono angustiado contrasta con la aparente felicidad de su estancia en la isla. 

El 12 de junio de 1930 Lorca abandonó Cuba de vuelta a España.

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